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Marianne Yajaira Perea
Fundación Universitaria Luis Amigó
Facultad de Comunicación Social

E-mail: mayaperea@hotmail.com

DRÁCULA

La historia comienza cuando el oficinista Jonathan Harker, es enviado a los Cárpatos, Transilvania, con la misión de acudir al castillo de un tal conde Drácula. La razón de tal mandato a Harker era que el conde había adquirido unas viviendas situadas en el centro de Londres, y por lo tanto Harker debía llevarle los papeles correspondientes que el conde debería firmar para la adquisición de dichas viviendas.

Cuando Harker llega al castillo y conoce al conde, se aloja allí durante una temporada, hasta que todos los papeles para la adquisición estuvisen en regla. Durante su estancia en el castillo, Harker empieza a vislumbrar una serie de acontecimientos extraños y ve cómo la aptitud de afable anciano que parece tener el conde al principio de su visita, empieza a adaptar una forma de ser más excéntrica y extraña.

Cinematográficamente, la primera proclama expresionista fue Das Kabinett des Doktor Caligari (“El gabinete del doctor Caligari”, 1920), de Robert Wiene, predecesor de un estilo caracterizado por la trascendencia que adquirieron los decorados, los juegos de luces, unas interpretaciones muy características y unos argumentos centrados en lo terrorífico y lo fantástico donde predominaban vampiros, locos, asesinos, monstruos y fantasmas.

Los más célebres directores expresionistas fueron F. W. Murnau, con Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (“Nosferatu, una sinfonía del terror”, 1922) y Der letzte Mann (“El último hombre”, 1924), y Fritz Lang, con Der müde Tod (“La muerte cansada”, 1921) y Die Niebelungen (“Los Nibelungos”, 1923-24). Después de estos se encontrarían Arthur Robinson, con su película Schatten (Sombra, 1923), y G. W. Pabst, con Der Schatz (El tesoro, 1923).

Aunque duró relativamente poco (desde 1920 hasta 1924), el expresionismo alemán fue uno de los más grandes pronunciamientos de toda la historia del cine.

Volviendo a Das Kabinett des Dr. Caligari, descubrió una especie de nueva dimensión cinematográfica, y esta llevaría el expresionismo hacia un rechazo de la movilidad “excesiva” y de los paisajes de todo tipo. En este entorno de caprichosas figuras desencajadas no era sencilla la aparición de la persona humana. Esta integración podía realizarse tan sólo mediante una gran interpretación y un perfecto maquillaje.

A través de esta película empezaron los intelectuales a interesarse por el cine; en esta, se trabaja mucho lo que es el uso de sombras, colores oscuros, como el rojo y el negro.